El mocoso Del Castillo, ese que juega a ministro de Gobierno y se cree severo y transparente, es una verdadera caja de Pandora. Es un millennial al que le gusta exhibirse y es capaz de todo para no perderse el papel del capo de la película. Sus intervenciones son verdaderas metidas de pata y parece disponer de mucho tiempo para ejecutar sus correrías.
Le gusta posar ante las cámaras, y ser el personaje de las portadas para llevarse el aplauso del público. Quién no le conoce pensaría que su vida es tan sacrificada que trabaja incluso en horarios nocturnos. Como aquella noche de marzo que se fue a Trinidad para capturar a la expresidenta Jeanine Añez y exhibirla como a un trofeo. Hace un par de días se le ha visto hecho un Rambo y vestido de leopardo, dice que en labores de rastrillaje de mega laboratorios de elaboración y cristalización de cocaína en Chimoré, el fortín de Evo Morales.
Le duele hasta el tuétano, el mote que le puso su antecesor, Arturo Murillo. Alguien que no es del agrado de muchos, pero a diferencia del khoña suru señorito, tiene los huevos bien puestos. La impotencia, sumada a su incapacidad se han apoderado de su endeble personalidad, y ahora busca vengarse de ese que fue más efectivo que él. Para eso ha vuelto a solicitar a la Interpol, que emita el sello azul contra Murillo.
Quiere que Murillo, ese que le llamó mocoso, sea extraditado a toda costa. Ya lo intentó una vez y la Interpol denegó su petición con un revés en la mejilla. Les dijeron, a él y a los del Gobierno, que no cumplirían su deseo, porque de lo que aquí se trata es de una persecución política. Hoy ha cambiado su argumento, y sostiene que Murillo debe ser extraditado por "narcotráfico, y por proteger a peces gordos».
Es para reír como ese rapaz anda perdido en la luna de Valencia, pateando oxígeno y fantaseando con la falacia que, durante el corto periodo del Gobierno transitorio, el narcotráfico hizo de las suyas. Es hora de que ponga los pies en la tierra y deje de hablar sandeces. Esos peces gordos a los que se refiere en sus intervenciones, están en el propio Gobierno, mofándose en sus narices y haciendo de las suyas. Mientras tanto... él chitón, buscando protagonismo donde no corresponde.