Luis Almagro y Evo Morales buscan juntos la reelección. Los dos quieren cinco años más en el poder. Por ello, ambos se necesitan. Almagro quiere el voto de Bolivia en la OEA, mientras Evo quiere la bendición del Secretario General a su repostulación rechazada en las urnas el 21 de febrero de 2016.
Nicolás Maduro sabrá perdonar al "jefe indio del sur" por su súbito hermanamiento con su mayor enemigo en el continente. Por su parte, Almagro tratará de mantener unido al Grupo de Lima a su alrededor diciéndoles que cuenta "incluso" con el voto de Bolivia. Quizás con ello jale también el apoyo de Nicaragua o México.
En La Paz, Almagro acaba de decir que impedir la candidatura de Evo sería discriminatorio dado que otros presidentes en el Continente se han postulado a partir de fallos judiciales (Honduras o Nicaragua).
Lo que Almagro no quiere ver es que solo en Bolivia el electorado rechazó de manera explícita dicha repostulación. En tal sentido, el único discriminado acá es el votante boliviano, porque por su lado, Evo ha postulado a la Presidencia en 2002, 2005, 2009, 2014 y ahora, en 2019. Ningún político en el país había gozado de ese derecho de manera tan abundante.
