Eran las 05:00 del 25 de noviembre de 2007, minutos más, minutos menos, según sus recuerdos vagos, habían estado toda la noche “combatiendo” contra los efectivos policiales. De La Calancha retornaron inmediatamente a la ciudad cuando escucharon que en los esfuerzos por evitar que la muchedumbre llegue al Liceo Militar, donde sesionaba la Asamblea Constituyente, los policías habían empezado a disparar con armas de fuego.
Ya en la ciudad, Ricardo Durán cuenta que junto con otros compañeros de lucha fueron hasta el Canal 13, en la plaza Treveris, ante los rumores de su toma. Sin siquiera llegar se detuvieron en el cuartel de Policía de Poconas, al llegar vieron todo en llamas. Volvieron a la plaza, donde los policías aparentemente habían tomado el control. Cuando empezaron a replegarse hacia el Comando de Policía en la plaza Zudáñez, los “verde olivos” empezaron a disparar pepas de vidrio, lanzar granadas y suponen que también dinamita.
Era “entre día y noche” y todo estaba oscuro sólo se escuchaban gritos, insultos y disparos. Ricardo estaba ya cansado y con sueño, entonces decidió ir a su cuarto a dormir. De pronto alguien apareció con más petardos y prefirió quedarse; rápidamente empezaron a distribuirse esos petardos y lanzarlos contra los policías. Entre el tira y afloja, sintió caer una granada cerca de donde estaba, la agarró quiso devolverla pero, antes, explotó. Estaba adormecido, no se dio cuenta, los que estaban cerca le dijeron que la mano le sangraba. No le dio tiempo para más, se desmayó y despertó en una cama de hospital. Hasta ahora no sabe si era una granada o dinamita, pero cualquiera que haya sido el artefacto que le explotó en la mano, le marcó de por vida.
Después de un viacrucis, algunas intervenciones y el apoyo de la Universidad, le colocaron una prótesis y por resolución de Consejo Universitario de 2010, le dieron un puesto de trabajo como auxiliar administrativo en Bioquímica.
El beniano se quedó en Sucre, se siente más chuquisaqueño que muchos y no se arrepiente de haber luchado por la “justicia y la legalidad”.
Una historia casi similar se resume en la experiencia de César Leaño, otro joven universitario, que perdió la mano. Él está casi seguro que lo que arrojaron los policías era dinamita, eso le dijeron los médicos cuando vieron su miembro mutilado. En la calle Argentina, esa madrugada del 25 de noviembre de 2007, explotó en su mano derecha cuando se aprestaba a devolverla. El desenlace de César fue diferente y traumático porque además de su mano, la explosión le comprometió los ojos. A momentos paraba más tiempo en el quirófano que en su casa. La solidaridad de los chuquisaqueños y los aportes de los estamentos universitarios le permitieron una intervención en Chile. Según cuenta, podía habérsele cambiado la córnea de unos de sus ojos pero los médicos fueron cautos y le confesaron que esto traía consigo mucho peligro. Se hizo lo que más se pudo, la vista quedó comprometida. Con un aporte de Samuel Doria Medina le implantaron una prótesis que ahora también requiere ser repuesta.
César trabaja en la Universidad desde mayo de 2010, su último lugar de trabajo es en Comunicación como auxiliar administrativo. Donde ha tenido que aprender a utilizar la mano izquierda para escribir.
Ambos son víctimas de una batalla en la que una ciudad se atrevió a observar un proyecto de poder político. Hay otros dos heridos, Juan Carlos Saavedra que tiene platino en la mandíbula y David Solíz que perdió el hueso frontal izquierdo donde también le implantaron platino. Saavedra se conformó con una beca alimentaria mientras estudia derecho; Solíz también es auxiliar administrativo en Derecho.
CAMPAÑA
Las prótesis que les pusieron en la mano derecha cumplieron su vida útil y ahora requieren de una nueva. El sueño se hace distante porque cada uno requiere algo más de $us 15.000 para poder desempeñarse con “normalidad”.
En Francia, cada prótesis cuesta 12.800 euros, de acuerdo con el asesoramiento de la clínica Gascon de Santa Cruz, la prótesis microeléctrica es la adecuada para sus miembros mutilados.
Hace más de un mes iniciaron una campaña solidaria para juntar los recursos. Si bien trabajan en la Universidad, su nivel salarial no les alcanza para acceder a este alto costo, por eso decidieron apelar a la caridad de los capitalinos, aunque no les está yendo muy bien. Las varias cartas que mandaron a las distintas instituciones tuvieron escasas respuestas.
Sin embargo, la esperanza es lo último que resignarán, eso lo saben bien sino no habría podido salir adelante hasta ahora. Cesar y Ricardo abrieron la cuenta 450-0332307 del Banco Nacional de Bolivia para recibir aportes voluntarios. Llaman a los capitalinos de buen corazón a darles una mano en este difícil momento.
Ya en la ciudad, Ricardo Durán cuenta que junto con otros compañeros de lucha fueron hasta el Canal 13, en la plaza Treveris, ante los rumores de su toma. Sin siquiera llegar se detuvieron en el cuartel de Policía de Poconas, al llegar vieron todo en llamas. Volvieron a la plaza, donde los policías aparentemente habían tomado el control. Cuando empezaron a replegarse hacia el Comando de Policía en la plaza Zudáñez, los “verde olivos” empezaron a disparar pepas de vidrio, lanzar granadas y suponen que también dinamita.
Era “entre día y noche” y todo estaba oscuro sólo se escuchaban gritos, insultos y disparos. Ricardo estaba ya cansado y con sueño, entonces decidió ir a su cuarto a dormir. De pronto alguien apareció con más petardos y prefirió quedarse; rápidamente empezaron a distribuirse esos petardos y lanzarlos contra los policías. Entre el tira y afloja, sintió caer una granada cerca de donde estaba, la agarró quiso devolverla pero, antes, explotó. Estaba adormecido, no se dio cuenta, los que estaban cerca le dijeron que la mano le sangraba. No le dio tiempo para más, se desmayó y despertó en una cama de hospital. Hasta ahora no sabe si era una granada o dinamita, pero cualquiera que haya sido el artefacto que le explotó en la mano, le marcó de por vida.
Después de un viacrucis, algunas intervenciones y el apoyo de la Universidad, le colocaron una prótesis y por resolución de Consejo Universitario de 2010, le dieron un puesto de trabajo como auxiliar administrativo en Bioquímica.
El beniano se quedó en Sucre, se siente más chuquisaqueño que muchos y no se arrepiente de haber luchado por la “justicia y la legalidad”.
Una historia casi similar se resume en la experiencia de César Leaño, otro joven universitario, que perdió la mano. Él está casi seguro que lo que arrojaron los policías era dinamita, eso le dijeron los médicos cuando vieron su miembro mutilado. En la calle Argentina, esa madrugada del 25 de noviembre de 2007, explotó en su mano derecha cuando se aprestaba a devolverla. El desenlace de César fue diferente y traumático porque además de su mano, la explosión le comprometió los ojos. A momentos paraba más tiempo en el quirófano que en su casa. La solidaridad de los chuquisaqueños y los aportes de los estamentos universitarios le permitieron una intervención en Chile. Según cuenta, podía habérsele cambiado la córnea de unos de sus ojos pero los médicos fueron cautos y le confesaron que esto traía consigo mucho peligro. Se hizo lo que más se pudo, la vista quedó comprometida. Con un aporte de Samuel Doria Medina le implantaron una prótesis que ahora también requiere ser repuesta.
César trabaja en la Universidad desde mayo de 2010, su último lugar de trabajo es en Comunicación como auxiliar administrativo. Donde ha tenido que aprender a utilizar la mano izquierda para escribir.
Ambos son víctimas de una batalla en la que una ciudad se atrevió a observar un proyecto de poder político. Hay otros dos heridos, Juan Carlos Saavedra que tiene platino en la mandíbula y David Solíz que perdió el hueso frontal izquierdo donde también le implantaron platino. Saavedra se conformó con una beca alimentaria mientras estudia derecho; Solíz también es auxiliar administrativo en Derecho.
CAMPAÑA
Las prótesis que les pusieron en la mano derecha cumplieron su vida útil y ahora requieren de una nueva. El sueño se hace distante porque cada uno requiere algo más de $us 15.000 para poder desempeñarse con “normalidad”.
En Francia, cada prótesis cuesta 12.800 euros, de acuerdo con el asesoramiento de la clínica Gascon de Santa Cruz, la prótesis microeléctrica es la adecuada para sus miembros mutilados.
Hace más de un mes iniciaron una campaña solidaria para juntar los recursos. Si bien trabajan en la Universidad, su nivel salarial no les alcanza para acceder a este alto costo, por eso decidieron apelar a la caridad de los capitalinos, aunque no les está yendo muy bien. Las varias cartas que mandaron a las distintas instituciones tuvieron escasas respuestas.
Sin embargo, la esperanza es lo último que resignarán, eso lo saben bien sino no habría podido salir adelante hasta ahora. Cesar y Ricardo abrieron la cuenta 450-0332307 del Banco Nacional de Bolivia para recibir aportes voluntarios. Llaman a los capitalinos de buen corazón a darles una mano en este difícil momento.