Las heridas de La Calancha causadas por el actual gobierno hace dos años, continúan abiertas debido a que la justicia en Bolivia continúa al vaivén de quienes están en palacio de gobierno.
El servilismo ha sido la carta oculta que ha caracterizado a la administración de justicia, por eso el ciudadano común cree que se inclina siempre a favor del poderoso.
Como decía Aristóteles cuando reflexionaba sobre la aplicación de la ley: “…El que pretenda imponer reglas a los poderosos quedará en ridículo”.
Los tres muertos de La Calancha y los 414 heridos, son por esta conducta de los administradores de justicia y del Ministerio Público, de segunda clase.
Durante el acto de homenaje a los caídos del 24 de noviembre este martes, los familiares y las autoridades reclamaron sólo justicia.
A dos años de los hechos, no hay investigación menos juicio contra nadie; pero contrariamente, a sólo un año de los hechos del 24 de mayo, hay investigaciones diligentes incluyendo estudios psicológicos de los damnificados, porque éstos son ciudadanos de primera.
Además de esta clasificación, por supuesto inicua, existe una campaña internacional contra la ciudad de Sucre y sus autoridades, haciéndola ver como racistas y resabios del colonialismo.
El despliegue fue monumental, como lo es en todos los casos en los que hay que hundir a los que no piensan como el gobierno.
La administración de justicia no sólo compete a los órganos del Poder Judicial, sino también al Legislativo cuando por mandato de la propia CPE, la Cámara de Diputados se convierte en acusadora y la del Senado en juzgadora.
Debido a que en la instancia acusadora predomina mayoría oficialista, la investigación está paralizada, porque en la proposición acusatoria están incluidos algunos de los actuales ministros, viceministros y altos jefes de la policía boliviana, quienes dirigieron la masacre de La Calancha.
Aunque la presión social obligaría a la prosecución de las investigaciones, la acusación fracasaría, porque el voto consigna sustituiría a lo que los juzgadores llaman “la majestad de la justicia”.
De esta manera, quienes están en llano no tienen la posibilidad de encontrar justicia, porque ella sólo juzga a los desamparados; para ellos, los ojos de la Diosa Themis están vendados.
El servilismo ha sido la carta oculta que ha caracterizado a la administración de justicia, por eso el ciudadano común cree que se inclina siempre a favor del poderoso.
Como decía Aristóteles cuando reflexionaba sobre la aplicación de la ley: “…El que pretenda imponer reglas a los poderosos quedará en ridículo”.
Los tres muertos de La Calancha y los 414 heridos, son por esta conducta de los administradores de justicia y del Ministerio Público, de segunda clase.
Durante el acto de homenaje a los caídos del 24 de noviembre este martes, los familiares y las autoridades reclamaron sólo justicia.
A dos años de los hechos, no hay investigación menos juicio contra nadie; pero contrariamente, a sólo un año de los hechos del 24 de mayo, hay investigaciones diligentes incluyendo estudios psicológicos de los damnificados, porque éstos son ciudadanos de primera.
Además de esta clasificación, por supuesto inicua, existe una campaña internacional contra la ciudad de Sucre y sus autoridades, haciéndola ver como racistas y resabios del colonialismo.
El despliegue fue monumental, como lo es en todos los casos en los que hay que hundir a los que no piensan como el gobierno.
La administración de justicia no sólo compete a los órganos del Poder Judicial, sino también al Legislativo cuando por mandato de la propia CPE, la Cámara de Diputados se convierte en acusadora y la del Senado en juzgadora.
Debido a que en la instancia acusadora predomina mayoría oficialista, la investigación está paralizada, porque en la proposición acusatoria están incluidos algunos de los actuales ministros, viceministros y altos jefes de la policía boliviana, quienes dirigieron la masacre de La Calancha.
Aunque la presión social obligaría a la prosecución de las investigaciones, la acusación fracasaría, porque el voto consigna sustituiría a lo que los juzgadores llaman “la majestad de la justicia”.
De esta manera, quienes están en llano no tienen la posibilidad de encontrar justicia, porque ella sólo juzga a los desamparados; para ellos, los ojos de la Diosa Themis están vendados.