El día de hoy se instala, en la ciudad de Cochabamba, el tan esperado diálogo entre los prefectos agrupados en torno al Consejo Nacional Democrático (CONALDE) y el Gobierno Nacional. Sobre la base de un preacuerdo, negociado entre el prefecto de Tarija y un equipo del Poder Ejecutivo encabezado por el Vicepresidente de la República, está prevista la instalación de tres mesas de trabajo cuya responsabilidad será la de discutir y elaborar acuerdos sobre los asuntos más críticos y polémicos que tienen polarizada y enfrentada a la sociedad boliviana.
Ni la dictación del Estado de Sitio en el departamento de Pando, ni la detención y el posterior confinamiento de la primera autoridad de ese departamento, fracturaron la intención de los prefectos de la denominada Media Luna de concurrir al diálogo con el Gobierno, por la imperiosa necesidad de hallar vías de solución que atenúen los crecientes niveles de convulsión y violencia que sacudieron a esas regiones durante más de dos semanas.
Todos los temas incluidos en el preacuerdo negociado en Palacio de Gobierno -desde la devolución de los ingresos del IDH a las prefecturas hasta el reconocimiento de las autonomías departamentales, pasando por la designación congresal de autoridades judiciales, entre otros- han estado en la agenda de los temas prioritarios y de mayor atención pública desde el pasado año.
No era necesario, pues, esperar el trágico y luctuoso desenlace de Pando, donde unas 14 personas resultaron muertas a raíz de los choques armados entre sectores oficialistas y opositores, para que el diálogo dé finalmente inicio.
Bastante irresponsabilidad y negligencia se ha demostrado ya, al no haber atendido y resuelto, en más de un año, las demandas de cuatro departamentos como para desperdiciar la que parece ser la última posibilidad viable para un diálogo que pacifique y le dé certidumbre al país. El Presidente de la República, los prefectos departamentales y los testigos nacionales e internacionales invitados para facilitar el diálogo tendrían que estar conscientes que, de no existir resultados fructíferos del "diálogo nacional" que hoy comienza, el país puede verse expuesto a escenarios de violencia y confrontación mucho más graves que los vistos hasta hoy.
Por eso, llama la atención que el ambiente que precede a este acercamiento entre las partes enfrentadas no esté debidamente acompañado por necesarias señales gubernamentales, como la desmovilización de las organizaciones afines al oficialismo que todavía asedian a la capital cruceña o el cese de la intensa campaña mediática contra los prefectos con los que el día de hoy instalará el diálogo.
Si no existe la disposición real de ceder para avanzar en la búsqueda de acuerdos sostenibles, si se mantienen inalterables e irreconciliables las posiciones que han polarizado y dividido al país, y si no se renuncia a la intención de imponer visiones unilaterales y excluyentes del país, se estará renunciando nuevamente a la oportunidad histórica de reencaminar el actual proceso sin acentuar los antagonismos que han llevado al país al borde de su propia desintegración.
"No era necesario, pues, esperar el trágico y luctuoso desenlace de Pando, donde unas 14 personas resultaron muertas a raíz de los choques armados entre sectores oficialistas y opositores, para que el diálogo dé finalmente inicio"
Ni la dictación del Estado de Sitio en el departamento de Pando, ni la detención y el posterior confinamiento de la primera autoridad de ese departamento, fracturaron la intención de los prefectos de la denominada Media Luna de concurrir al diálogo con el Gobierno, por la imperiosa necesidad de hallar vías de solución que atenúen los crecientes niveles de convulsión y violencia que sacudieron a esas regiones durante más de dos semanas.
Todos los temas incluidos en el preacuerdo negociado en Palacio de Gobierno -desde la devolución de los ingresos del IDH a las prefecturas hasta el reconocimiento de las autonomías departamentales, pasando por la designación congresal de autoridades judiciales, entre otros- han estado en la agenda de los temas prioritarios y de mayor atención pública desde el pasado año.
No era necesario, pues, esperar el trágico y luctuoso desenlace de Pando, donde unas 14 personas resultaron muertas a raíz de los choques armados entre sectores oficialistas y opositores, para que el diálogo dé finalmente inicio.
Bastante irresponsabilidad y negligencia se ha demostrado ya, al no haber atendido y resuelto, en más de un año, las demandas de cuatro departamentos como para desperdiciar la que parece ser la última posibilidad viable para un diálogo que pacifique y le dé certidumbre al país. El Presidente de la República, los prefectos departamentales y los testigos nacionales e internacionales invitados para facilitar el diálogo tendrían que estar conscientes que, de no existir resultados fructíferos del "diálogo nacional" que hoy comienza, el país puede verse expuesto a escenarios de violencia y confrontación mucho más graves que los vistos hasta hoy.
Por eso, llama la atención que el ambiente que precede a este acercamiento entre las partes enfrentadas no esté debidamente acompañado por necesarias señales gubernamentales, como la desmovilización de las organizaciones afines al oficialismo que todavía asedian a la capital cruceña o el cese de la intensa campaña mediática contra los prefectos con los que el día de hoy instalará el diálogo.
Si no existe la disposición real de ceder para avanzar en la búsqueda de acuerdos sostenibles, si se mantienen inalterables e irreconciliables las posiciones que han polarizado y dividido al país, y si no se renuncia a la intención de imponer visiones unilaterales y excluyentes del país, se estará renunciando nuevamente a la oportunidad histórica de reencaminar el actual proceso sin acentuar los antagonismos que han llevado al país al borde de su propia desintegración.
"No era necesario, pues, esperar el trágico y luctuoso desenlace de Pando, donde unas 14 personas resultaron muertas a raíz de los choques armados entre sectores oficialistas y opositores, para que el diálogo dé finalmente inicio"