Capitalía Plena Sucre: LOS MÁRTIRES DE LA CAPITALIDAD Y LA DEMOCRACIA

miércoles, 12 de diciembre de 2007

LOS MÁRTIRES DE LA CAPITALIDAD Y LA DEMOCRACIA

Gonzalo Durán, Juan Carlos Serrudo y José Luis Cardozo, estaban lejos de pertenecer a grupos oligarcas de Sucre. Eran jóvenes del pueblo, provenientes de familias muy humildes, pero creían en la democracia y estaban convencidos de la cruzada emprendida por Chuquisaca para lograr el retorno de los poderes Ejecutivo y Legislativo a la Capital.

Fueron víctimas de la violencia desatada contra el pueblo chuquisaqueño el 23, 24 y 25 de noviembre, cuando centenas de efectivos del orden llegaron a Sucre para resguardar a la Asamblea Constituyente en el Liceo Militar, lugar donde el MAS aprobó su proyecto de constitución y pasó por alto el pedido chuquisaqueño de restituir al debate el tema Capitalidad.

DR. GONZALO DURÁN CARAZANI

Nació el diez de enero de 1978 y fue muerto el 24 de noviembre de 2007, tras recibir una bala en el pecho. Tenía 29 años.

El mayor logro de Gonzalo Durán Carazani fue titularse como abogado. Para alcanzar este sueño, pasó innumerables sacrificios a causa de las dificultades económicas que siempre afectaron a su familia. Ya instalado en su bufete, se puso como meta ayudar a sus padres a terminar de construir su casa, sin embargo una bala segó su vida el 24 de noviembre en la zona de La Calancha, pocas horas después de que saliera de su casa lleno de vida.

Gonzalo nació el 10 de enero de 1978. Nunca dio problemas a sus padres. De carácter muy tranquilo, era el menor d tres hermanos a quienes prefería para sus juegos de pequeño, ya que no le gustaba salir a la calle.

Estudió en la escuela Benjamín Guzmán y en el Colegio Eduardo Abaroa de donde salió bachiller. Siempre fue muy responsable y dedicado al estudio. “Un rato jugaba con sus hermanos, luego se ponía a leer sus libros”, recuerda su madre Amalia Carazani.

Doña Amalia, su hermano Apolinar Durán y su cuñada lo definen como una persona tranquila, reservada, estudiosa y buena. Eso si, era un apasionado del fútbol; incluso de joven formó parte de la selección de Sucre y por una temporada, se dedicó a arbitra algunos partidos.

Le gustaba ver películas de guerras, documentales sobre animales y por supuesto partidos de fútbol. Estaba acostumbrado a comer todo, pero prefería el tradicional picante de pollo, el Kellu y el pollo frito.

No era “callejero” y cuando alguna vez iba a una fiesta, le gustaba bailar y compartir con los amigos. Al contrario era muy hogareño; los fines de semana ayudaba su padre René Durán albañil de ocupación, en la construcción de su casa, juntos trasladaban cosas y se dedicaban a otros quehaceres. Preocupado se hacia cargo de buena parte de la construcción ante las dolencias de su padre, víctima de un accidente hace algún tiempo.

Gonzalo pasó muchos sacrificios para salir bachiller y luego profesional. Abrió su propio bufete después de ahorrar centavo a centavo para adquirir cada mueble y objeto de su oficina. No estaba casado, pero enamoraba con una muchacha ya siete años.

Desde que empezó a trabajar como abogado, apoyó económicamente a su familia; siempre estaba ahí cuando sus padres le pedían colaboración para cumplir con alguna responsabilidad imprevista.

“Gonzalo para esto necesitamos mira……ayúdanos pues….”Ya mami me sabía decir al alcanzar 50 o 100 bolivianos”, recuerda acongojada su madre.

El 10 de enero de 2008, Gonzalo cumpliría 30 años de edad.

Doña Amalia recuerda que el 24 de noviembre, Gonzalo salió rápidamente de su casa hacia la vigilia. Aunque dijo que iba su oficina, su madre le recomendó por instinto que no fuera a los enfrentamientos; sin embargo, como muchos estudiantes, profesionales, obreros y amas de casa, se involucró y perdió la vida.

El padre de Gonzalo, René Durán, que esa noche acusó al gobierno de Evo Morales por la perdida, ya no quiere hablar de él porque está sufriendo mucho: “Ya no quiero hablar de él ni ver sus fotos porque está muerto; me lo ha matado. Para que ya….”.

UNIV. JUAN CARLOS SERRUDO MURILLO


Nació el 16 de mayo de 1983, fue asesinado el 25 de noviembre de 2007 , con el impacto de una granada de gas. Tenía 24 años.

Juan Carlos Serrudo Murillo tenía muchos sueños. Quería salir de la pobreza y se esforzaba por brindarle a su pequeña hija una vida mejor, pero el domingo 25 de noviembre cayó muerto en los enfrentamientos con la policía en la Unidad Operativa de Transito. Una granada de gas lo golpeó en el tórax, le provocó una hemorragia interna y luego la muerte.

Juan Carlos nació el 16 de mayo de 1983, convirtiéndose en el menor de doce hermanos. Al partir, dejó a sus padres Máxima Murillo (58) y Pedro Serrudo (67), pero también al amor de su vida Daniela (22), y a su pequeña bebe Karen, de sólo nueve mese de edad.

Su hermano Mario Serrudo afirma que la desgracia siempre persiguió a Juan Carlos. Desde pequeño le pasaban cosas malas y pese a que era muy tranquilo sufrió muchos accidentes.

Juan Carlos estudió hasta tercero de secundaria; tuvo que dejar el colegio porque tenía que trabajar para ayudar a su familia. Pese a tener las mejores intenciones, su padre nunca pudo apoyar a sus doce hijos en sus estudios porque su trabajo como pintor siempre fue esporádico, mientras su madre se ocupaba de las labores de la casa y de la crianza de sus hijos.

Esta situación en determinado momento obligó a los 12 hermanos a dejar la escuela o el colegio para trabajar y mantenerse.

Mario recuerda que Juan Carlos asistió al colegio Cardenal Maurer y a la iglesia San Matías, donde oficiaba como monaguillo. Era un hombre solidario y una muestra de ello era que le gustaba llevar regalos a los niños a los niños de las Aldeas Infantiles SOS.

A decir verdad Mario, su hermano tenía una inclinación espiritual y era muy reservado. Solo confiaba en Mario a quién llamaba “papi” por ser el mayor.

Cuando Juan Carlos dejó el colegio se dedicó a trabajar como carpintero. Tenía muchos sueños; el principal: salir adelante, porque no tenía dinero y carecía de todo.

Le gustaba mucho el fútbol, la música, las cumbias y el rock. A veces, salía a la calle sin decir nada a su madre, entonces, en castigo, Mario se negaba a hacerle favores para darle un escarmiento. “Cuanto me gustaría retroceder el tiempo y…decirle “toma hermano” y cambiar todo”, lamenta.

Sin embargo, Juan Carlos también era el único que cenaba con su madre al llegar del trabajo, porque su padre, su hermana, el resto de sus hermanos están en Argentina e Italia; estaban en otras ocupaciones. Ahora nadie acompaña su progenitora.

Por necesidad, decidió irse con Mario a Argentina-su hermano ya radicaba allí diez años-, donde trabajó por el lapso de dos meses. Sin embargo, no pudo aguantar la necesidad de estar junto a su pequeña hija a la que amaba mucho, pese que no convivía con ella ni con su madre.

Volvió a Argentina por un mes, pero retorno a Sucre, porque su hija se puso delicada al dejar de verlo.

“Ambos apoyamos en esta lucha, pero lamentablemente le tocó a él, Dios quiera que a nadie más le toque. Yo pienso que como todo chuquisaqueño él fue por convicción propia, nadie lo impulsó a ir” sostiene su hermano Mario.

Queda Daniela, estudiante de la carrera de Imagenología de la Universidad de San Francisco Xavier y el bebé Karen – fruto de su amor con Juan Carlos -, ajena al dolor que embarga a su madre.

UNIV. JOSÉ LUIS CARDOZO

Nació el 10 de octubre de 1987 y falleció el 26 de noviembre de 2007 tras recibir una bala en la cabeza. Tenía 20 años.

José Luis Cardozo nació con pasta de líder el 10 de octubre de 1987. Era querido por su carácter afable y siempre supo enfrentar las desventuras con alegría, voluntad y creatividad.

Su futuro fue truncado durante los enfrentamientos entre policías y civiles, por un tiro en la zona de La Calancha que lo dejó agonizante durante tres días al cabo de los cuales murió.

Néstor Tapia fue profesor de Literatura de José Luis en el colegio Bernardo Monteagudo hasta 2006 a donde llegó después de cursar la primaria en la escuela Gregorio Reynolds.

Lo recuerda como un muchacho humilde, trabajador, estudioso y fundador de la banda del colegio, cuya promoción 2007 lleva su nombre.

Era un músico múltiple. Sabía tocar la trompeta, el bajo, la corneta, el bombo y el trombón, mientras que en Literatura se destacaba como actor principal.

Su mejor amigo Daniel Saavedra, asegura que “Cheo” era un líder porque tomaba la delantera en todo; era activo y se destacaba entre los demás porque los guiaba y aconsejaba.

Lo recuerda como un idealista, respetuoso de la democracia y defensor de la Capitalidad Plena, lo que lo hizo participar en todas las vigilias.

Ingresó a la carrera de Construcción Civil de la Universidad San Francisco Xavier porque quería ser profesional para mantener a su papá y a su mamá, a quienes valoraba muchísimo.

Adela Cardozo su hermana, cuenta que inicialmente eran nueve hermanos, dos murieron de pequeños y ahora sin José Luis, solo quedan seis.

Pese a las necesidades económicas, la niñez de José Luis transcurrió alegre, entre escaleras y relatos sobre los difuntos famosos enterrados en el Cementerio General de Sucre, o lavando autos para poder llevar a casa pan o unos pesos.

A sus 15 años fue catequista de la parroquia san Roque; participaba en grupos juveniles y siempre fue activo pese a que trabajaba y estudiaba al mismo tiempo.

Era inseparable de su hermano Jorge, Adela recuerda que los dos iban a “canchear” – Ganar Dinero – desde pequeños para ayudar a su papá, a quién siempre veían preocupado por la falta de dinero y por sus enfermedades.

“Si tenia que poner una puerta, él lo hacia, no se hacia problema de nada”, recuerda orgullosa su hermana.

Su hermano su alma gemela, como se considera Jorge Cardozo (22) agrega que a José Luis le gustaba vivir el momento con mucha intensidad.

Su único sueño era salir profesional para ayudar a sus papas – la madre tiene marca pasos y el padre es diabético –; decía constantemente “todo esto es un préstamo”.

Asegura que ambos se sentían identificados con la región porque so sucrenses, capitalinos, y consideraban que defendían con justa razón de acuerdo con lo que mandaba el corazón y su sentimiento.

“No hay palabras para describir el dolor que sentimos por la perdida de mi hermano, ni con todo el dinero del mundo y todas las cosas que nos puedan ofrecer van ha hacer que retorne con su familia”, dice Jorge con lagrimas en los ojos.“A esas personas que le quitaron la vida a mi hermano yo les pido que se pongan la mano al pecho y pidan perdón a Dios por el crimen que han cometido”.